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Entrevistamos a Beatriz Romanos, experta en el binomio entre alimentación y nuevas tecnologías

Aprovechando su visita a Bilbao para presentar el libro ‘Foodtech: La gran revolución de la industria agroalimentaria’ (LID Editorial), pudimos conversar con ella y lanzar así una mirada a lo que nos deparará el futuro de la alimentación.

“El abanico de posibilidades que abren las tecnologías es enorme en toda la cadena de valor, desde el campo hasta el cubo de basura”

Beatriz Romanos es una de las grandes expertas de la actualidad en el binomio entre alimentación y nuevas tecnologías. Fundadora y editora de la publicación TechFood Magazine, colabora con startups, empresas y organizaciones de la cadena de valor alimentaria, ayudándoles en sus procesos de innovación para crear nuevos productos, servicios o modelos de negocio. Aprovechando su visita a Bilbao para presentar el libro ‘Foodtech: La gran revolución de la industria agroalimentaria’ (LID Editorial), pudimos conversar con ella y lanzar así una mirada a lo que nos deparará el futuro de la alimentación.

¿Qué rol juegan las tecnologías a fecha de hoy en la cadena alimentaria y cuál se espera que sea la evolución a futuro?

Las nuevas tecnologías tienen dos labores fundamentales. Por un lado, son habilitadoras de optimización, ayudando a hacerlo todo de manera más eficiente. Por otro lado, son catalizadoras de transformación que nos van a permitir hacer cosas que, hasta ahora, no eran posibles. Hay que tener en cuenta que las tecnologías, por sí mismas, tiene capacidad transformadora, pero es la suma de muchas lo que hace que se retroalimenten y se potencien entre sí, y esto abre la puerta a miles de nuevas posibilidades.

Su impacto podríamos equipararlo a la llegada de internet a nuestras vidas. Algo que hace sólo 30 años no existía para la gran mayoría de la población, que ahora no sabría vivir sin conexión a la red desde su teléfono móvil.

En el sector primario, las posibilidades van desde la vigilancia de cultivos y ganaderías, pasando por el uso de técnicas para identificar la salud del suelo y poder hacer cultivos más sostenibles, hasta la creación de pastores digitales y otras alternativas dirigidas a mejorar la vida de las personas que se dedican al campo.

Si entramos en el ámbito de los alimentos alternativos, las tecnologías permiten la creación de nuevas categorías de productos que no vienen a sustituir a los que ya existen, sino a incorporarse a la paleta de opciones disponibles.

En el plano de las personas consumidoras, les va a permitir saber más acerca de lo que consumen, gracias a los avances en trazabilidad. Y si hablamos de biotecnologías, los progresos en ingeniería genética y conocimiento del genoma humano, y del impacto y relación entre alimentación y salud, tendrán una importancia enorme en el camino hacia la alimentación personalizada.

Por no hablar de la automatización y la Inteligencia Artifical, que vendría a ser la electricidad del siglo XXI. En definitiva, el abanico de posibilidades que abren las tecnologías es enorme en toda la cadena de valor, desde el campo hasta el cubo de basura.

Si tuviera que elegir, ¿qué tecnologías son las que pueden tener mayor impacto en el sector alimentario?

Dentro de que todas son primordiales, destacaría la genética y la Inteligencia Artificial. La genética entendida en muchos aspectos: por supuesto la humana, para comprender cómo somos y profundizar en la interrelación entre genes y alimentación (nutrigenómica y nutrigenética); pero también influye en el desarrollo de alimentos, en la mejora de las especies, en técnicas de fermentación, en la selección de las mejores líneas celulares, etc.

En cuanto a la Inteligencia Artificial, se trata de algo absolutamente transversal que habilita cualquiera de las innovaciones. La cantidad ingente de datos que somos capaces de generar sería inservible si no sabemos interpretarlos y utilizarlos para dar solución a los problemas. La Inteligencia Artificial es lo que nos va a permitir resolverlos. No obstante, somos los seres humanos quienes tenemos que plantear las cuestiones a resolver y entrenarla, pero se trata de un habilitador fundamental. Uniendo ambos mundos, los avances en genética no serían posibles si no tuviéramos la capacidad de computación que tenemos hoy y la Inteligencia Artificial es lo que está permitiendo avanzar a otras ciencias.

La sostenibilidad y la salud son dos de las grandes apuestas del sector alimentario vasco, en respuesta a las necesidades de las personas consumidoras. ¿Cómo pueden contribuir las tecnologías a avanzar en estos ámbitos?

De muchas y muy diversas maneras. En el campo, permiten una capacidad de observación aumentada mediante sensores, IoT, técnicas de visión artificial y otras formas de visión computerizada con drones y satélites. También medir la salud del suelo y reducir el uso de componentes químicos, algo importante de cara a adecuarse a las normativas europeas. Y, además de proporcionar información para tomar decisiones más inteligentes y pormenorizadas, la tecnología ayuda a ejecutarlas, por ejemplo, mediante la robotización y automatización de procesos.

Asimismo, puede jugar un factor importantísimo en la reducción del desperdicio alimentario. En un contexto en el que tiramos el 30% de lo que producimos, todo lo que sea aumentar la vida útil de los alimentos es importante, ya sea a través de coberturas naturales, con sistemas de visión computerizada, de seguimiento de stock, etc.

En el ámbito de la salud, se está trabajando mucho en formulaciones de alimentos. Vamos hacia productos con más valores nutricionales y más transparentes en su composición, de forma que las personas consumidoras tengan en todo momento plena consciencia de lo que están comprando. Los avances nos permiten, a su vez, encontrar fórmulas para incorporar esos componentes funcionales de manera más efectiva. Así, a la hora de incorporar probióticos, hay nuevas tecnologías de encapsulación que ayudan a integrarlos en alimentos cocinados o elaborados. 

Todo ello sin olvidar, por supuesto, las técnicas en favor de la alimentación personalizada. Ese concepto de la dieta tipo ‘café para todos’ está agotando su recorrido y terminará por dar paso a pautas de alimentación concretas para cada persona.

Para que la digitalización sea eficiente es necesario contar con perfiles profesionales cualificados. ¿Qué combinación es la idónea entre tecnología y talento? ¿Qué perfiles van a ser los más demandados en el sector?

Va a ser una cuestión, sobre todo, de actitud. Más que perfiles concretos, serán necesarias personas conscientes de que el mundo va muy deprisa, y de que van a tener que estar aprendiendo y evolucionando constantemente, adaptándose y siendo flexibles. Independientemente de su formación inicial, porque los estudios que elijas al principio no te van a servir para toda la vida. Vas a tener que ir actualizándote con cuestiones que, probablemente, todavía ni existan.

Cualquier perfil que tenga entusiasmo es válido, sea cual sea su punto de partida. La inquietud para acercarse a otras disciplinas, incorporarlas a la paleta de conocimiento y ser multidisciplinares van a ser elementos cruciales. En definitiva, se necesita una visión más holística que otorgue mayor peso a la flexibilidad, la capacidad de adaptación al cambio y la actitud.

Las PYMES, por su tamaño y recursos, encuentran muchas veces barreras a la hora de apostar por la innovación tecnológica. ¿Qué recomendaciones le daría a una PYME alimentaria con respecto a las tecnologías?

Les diría que lancen una mirada a lo que está ocurriendo en el mundo y las tecnologías que hay, y que se sienten a pensar, con la mente muy abierta y sin negatividad: ¿cómo afecta a mi negocio? ¿Cómo podría aprovecharlo para mejorar mi empresa?

Se habla mucho de la transformación digital, y parece que haya que hacerla porque sí. Y no, no se trata de un capricho, sino que hay que afrontarla porque te va a permitir mejorar, ser más eficiente, llegar mejor a tus clientes y acceder a nuevos canales o mercados. Y si no se tiene claro cómo abordarla, siempre recomiendo a las PYMEs apoyarse en entidades como BASQUE FOOD CLUSTER, que proporcionan herramientas, ejemplos y casos de éxito, formación, etc. Por encima de todo, la clave es tener inquietud.

Y no se trata solo de digitalización, sino que la transformación va mucho más allá. Es una transformación estratégica, de visión, de posicionamiento como empresas en el mercado. De entender cómo está cambiando el mundo con la aplicación de estas tecnologías, qué lugar queremos ocupar en él y cómo tenemos que evolucionar -como empresa y en nuestra mentalidad- para lograrlo.

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