ACTUALIDAD

Entrevista a Saioa Ramos, investigadora de AZTI

Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia (11 de febrero), desde BASQUE FOOD CLUSTER damos voz a mujeres investigadoras que desarrollan su trabajo en el ámbito alimentario para conocer sus motivaciones y retos, así como las barreras que han tenido que superar para alcanzar el éxito laboral. Con estas conversaciones buscamos, además, dotar de referentes cercanos a las nuevas generaciones de mujeres que quieran desarrollar su carrera profesional en el campo científico.

Saioa Ramos trabaja en el Área de Procesos Eficientes y Sostenibles de la unidad de Investigación Alimentaria de AZTI. Después de terminar sus estudios en Biología, culminados con un Máster en Agrobiología Ambiental, entró como becaria de investigación en el centro tecnológico, donde lleva “prácticamente media vida”, terminando su doctorado en 2015. Muy activa en sus ratos de ocio, disfruta de la naturaleza en largos paseos por el monte acompañada siempre por su perro, y no pierde ocasión de rodearse de sus amigas y amigos por las calles del Casco Viejo bilbaíno.

¿En qué consiste tu labor de investigadora en el ámbito alimentario?

Mi trabajo se centra en el estudio de los impactos ambientales originados a lo largo de la cadena de producción de alimentos. En mi equipo acompañamos a las empresas alimentarias tanto en el cálculo de estos impactos, como en la mejora ambiental de sus procesos. En los últimos proyectos de investigación internacionales nos hemos centrado en el desarrollo de una nueva metodología que permite comunicar los impactos ambientales a las personas consumidoras de manera sencilla pero científicamente validada, con el fin de facilitar una compra más responsable. Un resultado directo ha sido el desarrollo del método ENVIROSCORE, que permite a las empresas ir mejorando en sus prácticas productivas. En mi caso, el hecho de trabajar en proyectos internacionales me da la oportunidad de viajar a congresos y estar con compañeros y compañeras que trabajan en la misma temática a lo largo del mundo, lo cual resulta muy enriquecedor. 

¿Cuál es la parte que más disfrutas de tu trabajo?

Lo que más me gusta es pensar que estoy aportando mi granito de arena para evitar el impacto en el medio ambiente. Esa fue la razón que me llevó a estudiar Biología, y siento que estoy trabajando por ello. Aunque no siempre es fácil y, como en todos los trabajos, acabas haciendo tareas que no te encajan al 100 %, en general, cuando echas la vista atrás, motiva mucho pensar que estás trabajando en algo en lo que crees. También soy parte del comité de empresa de AZTI, por lo que, además de trabajar por y para la ciencia, dedico parte de mi tiempo a intentar mejorar las condiciones de mis compañeras y compañeros.

¿Cuáles son las mayores dificultades para la investigación?

La investigación es un mundo muy competitivo. No tanto entre las personas, si no por conseguir los recursos. No suele ser un ámbito prioritario para las empresas privadas, y los gobiernos tienen cada vez menos recursos para poner a disposición de la investigación. Por eso, cuando sale una oportunidad de proyecto, estamos todos los centros detrás de ella. Cuando ganamos un concurso es una alegría enorme, porque te da la oportunidad de seguir trabajando. Sin embargo, cuando no sale la propuesta suele ser muy frustrante, ya que hay mucho esfuerzo e ilusiones detrás.

¿Qué retos consideras que son los más relevantes en tu ámbito de trabajo y como mujer investigadora?

Aunque en mi campo de trabajo somos muchas mujeres, existe un marcado un techo de cristal. La mayoría de los jefes de departamento, investigadores principales y líderes de proyecto son hombres. Tradicionalmente, esto se ha dado así porque la vida personal de las mujeres suele tener un parón marcado por el nacimiento y cuidado de lo/as hijo/as, pero en la actualidad la conciliación por maternidad está equiparada para hombres y mujeres y, sin embargo, se sigue notando la brecha en la reincorporación al puesto de trabajo. Hoy por hoy, las mujeres seguimos vinculadas al hogar, y no solo criando a los menores, sino también cuidando a nuestros mayores, atendiendo las necesidades de casa, etc., lo que hace más difícil el ascenso en nuestra trayectoria investigadora.

Otro de los problemas que tenemos, y que yo he vivido en mis propias carnes, es el llamado Tokenismo, término que hace referencia a efectuar pequeñas concesiones hacia un colectivo discriminado, en este caso las mujeres, con una influencia real de éstas escasa o nula. En ocasiones, me he encontrado siendo parte de un comité asesor en el que no se tenían en cuenta mis aportaciones, y parecía que mi presencia allí se debía simplemente a cubrir los cupos de género. Es habitual que no te tomen en serio, o que tengas que imponerte más que cualquier hombre para lograr una aprobación parecida. Esta sensación no es aislada, sino que, hablando con compañeras de mi entorno, suele ser bastante habitual.

¿Por qué animarías a las niñas y mujeres del mañana a lanzarse al mundo de la investigación?

La ciencia necesita nuevas mentes críticas, ideas innovadoras y personas comprometidas. Cuantas más seamos, mayor oportunidad tendremos de avanzar en la ciencia y en la propia igualdad de la sociedad científica. Y es que todavía queda muchísimo por trabajar en este sentido.

TE INTERESA...